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El origen de la suerte
En Badajoz, una ciudad enmarcada por la riqueza de su historia y el fluir tranquilo del río Guadiana, comenzó la aventura de Yanet, una mujer con una determinación tan firme como las murallas de la Alcazaba que domina la ciudad. Con una sonrisa contagiosa y un optimismo a prueba de todo, Yanet había soñado siempre con crear un espacio donde la magia y la esperanza fueran la esencia del día a día.
Yanet creció entre historias de suerte y destino, inspirada por los relatos de su padre sobre los afortunados ganadores de la lotería y las enseñanzas de su madre sobre la importancia de creer en uno mismo. Fue en un viaje a la Costa de la Luz, en las blancas playas de Cádiz, donde Yanet encontró una mariposa blanca herida. Con cuidado, la protegió entre sus manos y la llevó de regreso a Badajoz. La mariposa se convirtió en su amuleto, en su símbolo de que la suerte y la bondad van de la mano.
Movida por este encuentro fortuito, Yanet decidió abrir su propia administración de lotería, un lugar donde cada décimo llevase consigo un deseo, un sueño por cumplir. Así nació La Mariposa Blanca, un homenaje a su alada amiga y a la creencia de que la suerte, al igual que una mariposa, puede posarse en cualquier lugar.
La fama de La Mariposa Blanca, regida por la cálida presencia de Yanet, se esparció no solo por Badajoz sino por toda España. La gente venía no solo en busca de un número afortunado, sino también de la experiencia única que ofrecía Yanet: un lugar donde cada visita era una promesa de fortuna y donde el acto de comprar un billete se convertía en un ritual cargado de esperanza. La Mariposa Blanca no era sólo una administración de lotería, era un santuario para los soñadores, un faro de optimismo.